miércoles, 26 de agosto de 2009

Carta de despedida

Querido Lector:
¡Lector! Que introducción realizaba Humbert Humbert para llamar nuestra atención, era más bien como un ¡Escúchame!
Si yo hubiera tenido quien me escuchara.
Sé que la verdadera vida radica en mi muerte.
Y de que es mentira que sigo en pie con toda mi mente. Mis sentidos ya no responden siquiera a los impulsos nerviosos.
Es verdad que floto por la desagradable trayectoria que me ha tocado vivir y creo que ya terminé lo que comencé, mi objetivo ha sido cumplido y es hora de que marche al abismo. Ya que aquí no sé adónde debo ir, mi mente se ha nublado y más ideas ya no cruzan por mi cabeza.
Se me hace tarde, llego tarde, siempre llego tarde, tanto que se me hizo una costumbre. Para qué, no sé.
El hábito de llegar tarde creó cierta impaciencia, “tengo que llegar”, y cuando llego quiero irme.
El duelo es corto y difícil, tal vez yo solo sea la cobarde, pero a este paso he volteado la mirada al pasado y a los 20 años de vida que he logrado vivir no han tenido sentido alguno, tiempo a la basura y sentimientos podridos por el mismo, ilusiones quebrantadas y desilusiones ardientes como fuego del averno; no he hecho nada y tal vez nunca haga algo.
Soy el simbolismo del patético perdedor tercio excluso.
De que sirve todas las risas y esperanzas; si yo no estoy convencidas de ellas, se dice que la verdadera felicidad se mide en momentos cortos, pero yo no estoy segura de disfrutarlos tanto como la verdadera felicidad lo requiere o lo más seguro es que ya estoy cansada de mi vida porque tal vez no ha sido verdaderamente mía.
Creo que no existo más o tal vez nunca existí, que sería lo más conveniente para mi estado depresivo, ir por ahí muriendo, asfixiada por una máscara de ilusiones y oraciones de inteligencia artificial, no entiendo más, ya no sé quién soy yo y quiero volver a saberlo, si es que alguna vez lo tenía claro.
Estoy ultra decepcionada de mí y eso es lo peor que podría pasarme, si razono el porque de seguir así, no existe alguna respuesta optimista y a la pregunta inversa solo existe una respuesta clara, a esto no se lo puede llamar una vida digna, como enuncia la repuesta a la eutanasia. Es claro que se trata de casos similares si las juzgamos.
Durante la vida vegetativa uno no entiende y yo no entiendo, uno no disfruta y yo al igual, no disfruto, uno vive con los ojos cerrado y yo ya no veo, uno ya no sabe quien es y yo no soy consciente de ello, uno ya no siente y yo ya no siento.
Necesito que se olviden de mí, que saquen adelante todo lo hagan, y que nunca se olviden de lo que sienten, predicar con un ejemplo provechoso, no con el mío de lo que no se debe hacer. Sean valientes, mis campeones.
Ma, pa, los quiero. Se que en este momento o tal vez en un futuro pensaran que fui una cobarde y no se los voy a negar, pero quiero que me entiendan que con este sentimiento tan horrible yo ya no puedo vivir y estoy sufriendo.
Siento decepcionarlos, es terrible pensar que es un constante hábito de mi parte, pero es cierto no soy, no puedo ser lo que la futura, mujer casada, docente, de clase media, con dos hijos, auto familiar y esposo ingeniero.
Yo creí que podría cambiar el mundo, pero siempre voy a contramano de la corriente. No encajo ni siquiera en la pequeña porción de sociedad en la que transito.
Si no puedo conmigo en todos los aspectos, académico, emocional ¿cómo poder con el mundo?
Lo que menos quisiera es que pensaran que soy una egoísta, pero ustedes piensen, es mejor verme infeliz, arrastrando cadenas de miserables suspiros de desdén, o cortarlas sólo para dormir, tal vez soñar, como Hamlet.
Yo siempre los voy a querer y espero que ustedes a mí también, tengo conciencia del daño que les puedo causar, pero deseo que ustedes también tengan conciencia del daño que yo misma me causo y que ya no quiero hacerlo.
Ma, eres y siempre serás el pilar de la familia en la que me toco vivir, gracias por darme la oportunidad de nacer de ti, ha sido la experiencia más maravillosas que de toda mi vida, vos y papá hayan disfrutado.
Pa, que te digo tu conocimiento empírico me hizo reflexionar muchas veces, tu parte atea hizo mi parte agnóstica, agradezco tu paciencia, apoyo y cariño al mejor estilo inglés aunque en nuestras sangre corre la sangre criolla.
A mis amigos, imaginarios, descorteses compañeros de ocio y abúlica civilización, yo los saludo con un dedo medio levantado entre cuatro dedos agachados, símbolo de paz a nuestra atípica relación, más bien traición.
Me retiro, y el resto es silencio.

Desatentamente, Anabella.


PD: Feliz día de los inocentes, bromas de mal gusto si las hay, pero esta es menos dolorosa económicamente que la de los políticos.
Además, no tengo intenciones de morir, no puedo darles a mis seudo enemigos ese gusto ya saben “hierba mala nunca muere”.

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